12.12.10

Hípico



"Era otoño. Algunos de los árboles habían perdido por completo las hojas y sus intrincados esqueletos resistían silenciosamente el paso del aire... A través de las ramas, podían verse las luces brillando tras las ventanas, a pesar de las pálidas cortinas de gasa. Tal vez hacía demasiado frío para ser noviembre"

Después de la cita, Juan García Ponce
                                                                                                        
Sentí un ruido por todo el cuerpo. Minutos después se acercó Andrea y me preguntó si estaba viva. En ese momento me di cuenta de que no había muerto. Supongo que así son los días o lo serán durante un tiempo. Tuve esta sensación la primera vez, hace casi dos semanas. Frente al monitor de la computadora del trabajo, un hombre dijo que había desperdiciado algunos años de su vida conmigo, porque no me quería, es sólo que le temía a la soledad. Ahora estoy convencida de que el desamor suena como un plap anestesiante. Los sonidos del exterior guardan silencio y uno, muy fuerte, interno, se desboca por los conductos del cuerpo, ensordeciendo. Desde entonces, las mejillas se me han teñido de rosa y aunque he intentado varias veces la decoloración, no cesa. Como muchas ciruelas. Pero luego hay días en los que el aire parece fluir mejor, el sol calienta. Como ayer que conocí el Hipódromo. Serían once carreras y aposté en cinco a ganar, y gané. Mis caballos se llamaban Poplinete, Portugués, Punta Norte, Nc Dream y Dulcito. Teníamos un asesor apodado "Jaibilis", flaquito de camisa verde y cabello despeinado. La mayoría siguió sus predicciones, pero yo hice caso a su consejo. "Si no conoces de caballos, confía en tus corazonadas". Que si la cuadra tiene prestigio, que si la raza es pura sangre o cuarto de milla, que si a la hora del arranque el equino hace una curva o se planta derecho. En todo caso, eso lo olvidé al instante. Y ahora sólo recuerdo que los caballos pueden morir de un estallido. El aire se inflama en su barriga, hasta explotarlo. Por eso hay que alimentarlos con alfalfa mojada. Tanta fue la suerte que al final todos los que estaban en la mesa conmigo pidieron que eligiera el número a ganar de la última carrera. Escogí a Caipirinha, pero a unos pasos de registrar la apuesta me arrepentí y cambié por Obsesiva. Perdimos. No puedo decir qué paso con precisión, sólo sé que desde ayer he comenzado a tener menos angustia; el éxito en el azar me hizo sentir que estoy en un buen momento de mi vida. Ese extraño instante en el que es posible cambiar la vida, o no. Hay que tomar decisiones y hacerlo con firmeza, si no, corro el riesgo de perder el premio que me tienen preparados los días. Porque al final, queda el viento, el sol.

5 comentarios:

Suárez dijo...

Hola, bonita, espero que tu ánimo se encuentre mejor. Todo va a estar bien, te lo prometo. Porque al final, quedan los días montada en los diablos de mi bici. ¡Me compré la blanca! La que me sugeriste. Así que hace falta que te subas conmigo en ella. Hay un paseo que te puede gustar, estoy trazando la ruta.
Escribe, escribe.

Un beso color menta

Diana Gutiérrez dijo...

Hola, hola, qué lindo que me escribas, R. Voy bien, mejorándome a diario. ¡Qué chido que te compraste esa bici color hielo! Te será mucho muy útil para la montaña. Y sí, escribiré algo esta semana, de esta no paso. Oye, está lindísima tu gatita, vi sus fotos en el feisbuc.
En serio, gracias por todo.
Saludos aturdidóramente grandes.

Diana Gutiérrez dijo...

Ja, es muy curioso que me escribas los 15's.
¿Ya lo viste?

Suárez dijo...

Cuando quieras te la presento. Es toda una dama. No había notado eso de las quincenas, pero chance y es una buena señal, ¿no?
Conste, linda, te sigo.

Alejandro dijo...

¡Escribes bien chido! y creo que la cosa, y por lo que te sentiste mejor, es por que confiaste en tus corazonadas... no dejes de oírlas, seguro eso es una muy buena señal de que vas por buen camino, no tengo dudas... y que chido suena eso de ir al hipódromo, hay que ir un día.

¡Te quiero mucho!