31.10.09

Aquí no hay lugar

Tal vez lo primero que esta mujer recuerde sean los higos entreabiertos, las frutas de temporada color amarillo limón, las formas de estrella de la carambola, el olor picante de la granada china. Es muy probable que no se acuerde de su nombre ni de que tiene una hermana a la que le gustan los helados. Tendrá un aliento a días. Quizás esta mujer pueda nombrar de arriba abajo los colores de las telas de aquella tienda de dos pisos, la que vio al llegar a México. Dará una respuesta certera acerca de los instantes previos a la muerte: ¿se está preparado para decir las palabras más luminosas?, ¿se mira pasar la vida en unas cuantas imágenes? Cuando la trajeron a este lugar de paredes, sabanas y gente de color blanco, la creyeron una adicta. En unas horas había perdido dos kilos. Metabolismo acelerado. Eran las tres de la madrugada. Quien la hubiera visto en la calle la habría ignorado. Se había cortado mechones de cabello zanahoria en forma desigual. Pero no era Britney Spears. Cuerpo ondulado, botas de estampado pop. Ya se había acostumbrado a las miradas de las mujeres envidiosas; seguía sin adecuarse a los guiños de los hombres sexuales. “¿Sientes que te vas a morir?”, dijo la psicóloga en turno del hospital blanco. “Sí”, contestó la mujer. “Pues no te vas a morir”. La mujer se cagó en los calzones. Traía tanga y la mierda se le escurrió por las piernas, le llenó los tobillos. Es casi seguro que lo primero que esta mujer desee al despertar sea un jugo de granada sin colar. Si le ponemos rewind: La mujer espera no volver a ver a Kiu/Kiu espera no volver a la mujer, pero vuelve a imaginar sus nalgas apretadas/La mujer y Kiu se despiden con un abrazo en la entrada del hospital/La mujer le pide a Kiu que la lleve en taxi con un médico/La mujer y Kiu se besan/Kiu señala unas fotografías en una revista de viajes; la mujer ve de reojo y se pregunta si cerró la puerta al salir/La mujer y Kiu platican en la banqueta de la avenida transitada/Kiu mira a lo lejos a la mujer; imagina cómo se verían sus nalgas apretadas mientras cogen por atrás/La mujer distingue a Kiu y le parece atractivo; piensa que él podría llevarla al hospital. La tarde en que Eloy le dijo que lo mejor era que se regresara a Uruguay, ella se fue al cine a ver la última película de los Hermanos Coen. Compró un raspado de zarzamora y una cubeta de churritos con cátsup. Brad Pitt hacía unos de los mejores papeles tragicómicos en su vida y la mujer sintió dificultades para respirar. Debía haberle crecido la cabeza al triple, le pesaba muchos kilos. A media función se paró del asiento, intentó disimular normalidad pero al intentar agacharse mientras cruzaba la fila de espectadores, se agachó y el torso todo se le cayó hacia adelante, con la contundencia de una caída libre.

Continuará...

27.10.09

Es...

El mexicano no dice nada, se calla, suda. Los mexicanos ricos patinan. Los choferes mexicanos conducen un auto sin mirar al frente. El mexicano come pasteles de sugus. Los mexicanos ricos se irritan porque no les ceden el paso; insultan. Los feligreses mexicanos hacen peregrinaciones en avenidas transitadas. El mexicano viaja con 15 personas en un mismo coche, incluyendo a la abuela, el nieto y el recién nacido. Los mexicanos pobres hacen el amor frente al Sagrado Corazón de Jesús, en la misma habitación de los hijos. El asesino mexicano mata y pide perdón en la iglesia. El mexicano lleva a sus hijos con putas para hacerlos “hombrecitos”. Los mexicanos ricos conducen su auto por encima de los camellones y se orinan en la cajuela. El mexicano se acuesta con sus choferes y con sus patrones. Los niños mexicanos andan por las azoteas en bicicleta. El mexicano tiene barriga y las piernas flacas. Los mexicanos pobres se masturban mientras ven el futbol en la televisión. El estudiante mexicano va a la UNAM. El mexicano secuestra a los hijos de sus amigos. Entre los mexicanos ricos no hay límite de edad para los excesos. Los policías mexicanos tienen voz de barítono y trabajan en bermudas. El mexicano se apellida Pérez. Los mexicanos pobres se van de rodillas a la Basílica de Guadalupe y se orinan de miedo. Entre los mexicanos siempre hay un amado y un amante.
La segunda película del cineasta mexicano Carlos Reygadas, Batalla en el cielo, es una cinta sobre el mexicano que se ve a diario en las calles, gordo y flaco de piel morena o blanca que goza, sufre y tiene sexo. Ese México de los secuestros, de la violencia, de las chicas ricas que se prostituyen por diversión, de seres introvertidos que deambulan en las peregrinaciones a la Villa.
Pero también es una historia de amor imposible: Marcos, portero del Palacio Nacional y chofer de una familia adinerada, es perseguido por la culpa de haber secuestrado a un niño que muere accidentalmente. Ana, hija de su patrón, se prostituye por placer. Ambos guardan un secreto que habrán de confesarse sólo ellos. Como consuelo sostienen encuentros sexuales esporádicos; él se enamora y ella sólo siente lástima.
También es una película sobre el hombre y su contradicción.


23.10.09

Secreto

                                             







                                                                Sí, el niño terrible francés viene a México.

22.10.09

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                                      PAUSE
                                                   

18.10.09

El autocinema

Sentí tu mano tibia en la cintura; atravesamos la calle. Lo recuerdo y, si me lo pienso bien, no puedo decir que me hayas abrazado aquella noche, porque, en realidad, sólo hiciste una suerte de valla con el brazo para protegerme y después posaste la mano en mi piel fría, como si quisieras motivar un equilibrio térmico. Te conté que en mi taller de cartas de amor, el profesor nos había hablado de las “islas de piel”. Fragmentos de epidermis que se cubren y, de pronto, se descubren, motivando el deseo en el explorador. Abordamos el coche. De la chamarra, sacaste el disco de los Squirrel Nut Zippers y lo pusiste. “Te va a encantar”, prometiste en nuestra cita anterior. Lo dudé. Cómo era posible que te atrevieras a decir con tanta seguridad que algo me gustaría si era la primera vez que salíamos. Me sorprendiste. Los Squirrel Nut Zippers son la onda. Y sí, son como de mi estilo. Je. Justo ahora que escribo esto escucho “Hell”, una mezcla de Emir Kusturica, Goran Bregovic y hasta los Tiger Llillies. ¡Yeiy! Llovía, llovía, llovía. El tránsito por Insurgentes era pausado. FLASHBACK: ÉL: “Paso por ti al periódico” ELLA: “No sé a qué hora saldré, mejor yo paso a tu casa” ÉL: “Pero, ¿no estarás cansada? Dijiste que te estresa manejar” ELLA: “Tú manejaste la última vez, me toca a mí” ÉL: “Va, pues”. Contigo me di cuenta de que me gustan los hombres que me ponen nerviosa. Hombres por los que siento cierta admiración. Hombres que sienten por mí cierta admiración. Ya no soporto a los hombres con complejos de inferioridad. EXT/INT /COCHE GRIS/ NOCHE. Me gustas, mucho. Cantamos a todo volumen con las ventanillas abajo. Hueles rico. El autocinema está atestado. Quizá no haya boletos. Unos 20 coches esperamos en la fila. Entonces dices el halago más original que he oído: “Eres una mujer con arcos de tensión incluidos”. Al fin, dramaturgo. No te vayas a Alemania, pienso. Me lo callo. Aunque todavía falta un año, cada día es un día menos juntos. Por fin entramos al estacionamiento de CCU. Han colocado una pantalla de diez por siete. Quedamos en la penúltima fila, pero quedamos. Unos chicos venden palomitas. No serán suficientes. Hay 170 y tantos autos en este lugar. Sintonizamos el 107.7. Juan Carlos Rulfo agradece que el estreno de su peli Los que se quedan se haga este viernes al aire libre. El sonido se escucha perfecto. A ratos nos miramos, cuando algo te parece gracioso, o a mí, cuando algo me conmueve, o a ti, cuando algo nos choca. La temperatura desciende y te abro la cajuela para que saques la cobija que trajiste para ambos. Es grande, parece cobertor. Pepsi, palomitas y lunetas. La Canción de las simples cosas, en voz de Chavela Vargas, anuncia el final de la cinta. Lloro. Sólo había escuchado esa rola con Mercedes Sosa, pero con la Vargas se oye re bien. Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas. Por eso, muchacho, no partas ahora, soñando el regreso. Que el amor es simple y a las cosas simples las devora el tiempo.

15.10.09

Citas citables

"El ponerse desnudos, considerado en las civilizaciones en las que tiene un sentido pleno, es, si no un simulacro, al menos una equivalencia sin gravedad del acto de matar"
Georges Bataille/El erotismo (1979)

                                              

14.10.09

Risita

© Tim McConville

-Me gustan los días así, como aneblados.
-¿Nublados?
-No, aneblados. Neblinales. Cuando puedo leer mientras camino por la calle o en un banquita de parque, sin deslumbrarme.
-¿Por qué una chica tan linda ama la catástrofe?

Sonreí

13.10.09

¡Salud!

Quiero hacer un brindis electrónico por dos hombres admirables. El primero es mi profesor, colaborador de la revista Letras Libres y Día Siete, harto erudito en las civilizaciones antiguas, escritor, guionista. Se llama Pablo Soler Frost y es un caballero. En la clase nos habla de usted, nos hace preguntas sobre nuestros gustos. Y después de una sabrosa disertación sobre las similitudes que hay entre los romanos y los occidentales recientes, pide, inclinando un poco la cabeza, un momento para salir a fumar un cigarrillo. Siempre a las 6 de la tarde. Mañana tomaremos un café para platicar sobre los festejos del Bicentenario y esas cosas.


Hoy se anunció en el periódico que su novela Yerba americana, editada en ERA, es la ganadora del Premio de Narrativa Colima para Obra Publicada. Podré felicitarlo en persona. Qué privilegio.

El otro, es un gran amigo y, en cierto modo, también un maestro. Nació en Madrid hace unos treintaytantos años y se vino a reportear al periódico Reforma, donde lo conocí. Formábamos parte de los reporteros exiliados de la sección cultural. Como no había espacio en la planta baja nos mandaron al corral de la ignominia, al lado de los informáticos y los administradores. Casi cada quince días me preguntaba sobre lo que estaba escribiendo, y yo le decía que un par de cuentos nomás. De él aprendí a cuestionar a los funcionarios. Tenía un colmillo para sacar de sus entrevistados la información que necesitaba en su nota de ocho columnas. Sus ojos eran del color más brillante de mi caja de colores Prismacolor: turquesa. Sergio Rodríguez Blanco, firmaba sus notas como Sergio Blanco, quería hacer una revista sobre arte contemporáneo, “algo así como Farenheit”, me dijo alguna vez. Se salió del periódico; debía terminar su maestría en Historia del Arte, en la UNAM.


Hoy se anunció en el periódico que su ensayo “Alegorías capilares. Pelo humano sobre papel en la obra de Gabriel de la Mora” (de quien hablaré en otra ocasión, soy super fans, de Gabriel de la Mora, pues), ganó el Premio de Ensayo Luis Cardoza y Aragón para Crítica de Artes Plásticas. Su seudónimo fue Zafra.

Por ambos, ¡salud! Enhorabuena. Es un orgullo conocerlos.

12.10.09

Disyuntiva

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|        JALE         |      |         EMPUJE    |
|                       J|      |                         o|
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9.10.09

El Día D



Hoy debe ser mi Día D. Obama ganó el Nobel de la Paz. El nuevo periódico para el que trabajo publicó mi primera nota sobre un hombre que tiene muchos tatuajes y al que se le cayó el techo de su casa. Estuve a punto de renunciar a los encuentros con mi amante en turno. Me desperté tarde. Y yo que tenía ganas de partir una naranja y exprimirle todo el juego en mi boca, y yo que iría, sin bañarme, a la librería a comprar unos títulos de Machado de Assis, Guimaraes Rosa, y yo que estaba dispuesta a memorizar los versos de "Walking around" o de "Barcarola", de Neruda,  yo que aún me sentía enamorada. Hoy es mi Día D. En un rato saldré por primera vez con aquel dramaturgo de mis ensoñaciones escolares. La Hora H. Dijo que pasaba por mí a la casa. Veremos el estreno de Bastardos sin gloria, la novísima peli de Tarantino en la que los judíos son los malos del Holocausto. Es probable que tomemos café después. "Debo aprender a interpretar tus 'mmm'. Son muy misteriosos", mencionó antes de desconectarse. Le comentaré su obra de los ositos, unas botargas asesinas, je. Hoy desembarco en Normandía; inicio la operación de combate. Ya no quiero más miedo, prefiero la contención. Ambos estamos levantando nuestros pedacitos de uña, de piel, de corazón.  Él, por 5 años; yo, por 3. Esto no será una guerra. Desembarco en este puerto en son de paz.

7.10.09

Fisonomía adulterada

La señorita química del laboratorio dice que tengo las venas muy delgadas. Espera unos segundos en silencio a que me vuelva hacia ella para confirmar el peso. Pero yo miro a la pared, inhalo, exhalo, inhalo, exhalo, medio sonrío, siento el diminuto calambre en la comisura del brazo, abro y cierro el puño con intermitencia. Debí desayunar, me reprocho. La señorita química del laboratorio extrae la aguja de mi piel palpitante. Miro la zona penetrada. Sangra. Punteo el agujerito rojo con algodón absorbente. Me pongo nerviosa. Los orificios perfectamente redondos me ponen nerviosa. Debí desayunar, me reprocho. La señorita química del laboratorio palpa la cara anterior de mi brazo izquierdo, acechando la vena. Recuerda que aún no abre una nueva jeringa. No querrá insertar la misma. Llama al joven químico para que la ayude a localizar una vena más rellenita. Y la ubica de inmediato. No tiene la apariencia de listón azul o verde bajo la epidermis, pero sí que sobresale como una bolita juguetona. Pincha. La sangre oscura drena. Vacío. Y el tubo de ensaye se tiñe de color. Puede sonar ridículo, pero me emociona enterarme, hasta ahora (siendo hija de dos médicos), cuál es mi grupo sanguíneo. Qué bonita palabra es “antígeno”. Quisiera ser O. Hoy me duelen ambos brazos cuando intento tocarme la cara; mañana, sabré los resultados.

6.10.09

Pequeños gustitos

Si hay alguien a quien deba agradecerle su existencia es a este hombre: Sir Antony Hegarty y su banda de Los hijos de John.


De cuando Katia fraguó el plan

ESCENA SEGUNDA


En la habitación. Hay un buró y una cajonera.

Katia: ¿Cuál es la mejor forma de celebrar una fiesta de cumpleaños? ¿Una fiesta sorpresa? Convendría comprar un pastel de tres leches, muchos paquetes de velitas, de esas que no se apagan aunque soples y soples. Me gusta el olor de los locales donde venden piñatas. ¿Cuál sería la mejor piñata para un adulto? Una en forma de bastón. Para mí, las mejores fiestas de cumpleaños, o por lo menos, las más originales, son aquellas en las que el festejado se lleva una sorpresa. Algunos se contentan con una corbata nueva, un par de plumas fuente, o su libro favorito. Ese libro que nos gustaría interpretar, o más bien, el del personaje que nos gustaría ser. Hace algunos años creía que los payasos y los magos eran los que mejor se la pasaban en las fiestas de niños. Me parecía fabuloso que en unos cuantos minutos lograran la atención de una decena de personas. Pero sobre todo, que les creyeran sus invenciones. Mi padre nunca me creyó; decía que eran puras invenciones. Con el tiempo entendí que la única manera de gozar una fiesta es ser uno mismo. En esas mismas fiestas de niños, yo era como todas las niñas. Y la verdad es que nadie se aprendía mi nombre. María, Fany, Elisa. Yo sólo atinaba a repetir con gracia: “Soy Katia Vera Lugones y no me parezco a nadie”. Pero no importaba, al fin y al cabo era como todas las niñas: vestidito rosa, mallas de rombos y listón en el cabello. Era semejante a sus Marías, Fanys y Elisas. Entonces llegó la Navidad, la primera Navidad con senos de señorita. Me bajó a los 10 años, justo un año antes me había enterado de que los Reyes Magos y Santa Claus eran mis papás. Apenas dos puntitos hinchados sobresalían de mis blusas tejidas. Detesto las blusas tejidas, los tejidos, el estambre. A partir de ese día, me sentí diferente. Aunque en público siguiera siendo como todas las muchachitas de mi edad. Llevo años intentando discernir a quién debería de darle una sorpresa este día. Quiero que esta fiesta de cumpleaños sea la más original y para eso tengo que ser yo misma. Debo ser diferente en público y en privado. Ya todos los invitados están confirmados.

2.10.09

Un revólver de oro con diamantes

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    |                                                  |  BANG! BANG!
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1.10.09

Textoservidora

Su amigo, el dramaturgo chihuahuense, me lo advirtió: “tiene novia, de tiempo”. Pero: “investiga, como diría mi mamá: es un buen partido”. Amable, divertido, inteligente, escritor. Decidí que no sería la tercera en discordia; de todos modos, fuera lo que fuera, había que esperar a que terminara el semestre. Quizá para entonces, el hombre se había desocupado. Hasta hace unos años me sentía incapaz de transgredir la relación meramente académica profesor-alumno. Ahora, no me importa. Con él podría hacerlo. Pero él es muy discreto, me dijo Elman. Así que debo cumplir con mis tareas, participar en clase, leer las obras que nos sugiere, como La sangre, de Sergi Belbel o Noche árabe, de un tal Schimmelpfennig (harto recomendables, por cierto). Nuestras charlas se han inscrito en noches largas faceboqueras. En el salón, he asumido el papel de alumna y nada más. Yo lo agregué; él me habló por primera vez. Es curioso, hace dos años asistí al teatro a ver La fe los cerdos. ¿Quién iba a decir que nos conoceríamos”. Me pidió mi opinión sobre la pieza y le dije que era casi perfecta; el travesti se salía del tono. Coincidimos en que la actuación y el montaje habían sido un poco deficientes. Modesto, evitó aludir el texto; afirmé que era muy bueno. Soy su fans. Compartió sus planes: una pastorela paródica, en diciembre; un proyecto con la UNAM, el próximo año. Ayer nos preguntamos sobre la impresión de nuestros rostros en los demás. Ambos nos dijimos fiesteros, pero no, los dos resultamos hogareños, somos Cáncer. Entonces, ocurrió. Supe que era aficionado al baile: la salsa y el son cubano. “Solía ir a bailar con mi novia, pero desde que estoy soltero he dejado de salir a lugares”. Tres, dos, uno. Apenas en la mañana, uno de sus amigos me había dicho que era un joven comprometido. Horas después, él mismo lo desmentía. My gosh. Demasiada tentación para una mujer así de amorosa como yo. Demasiada coincidencia para nuestra soltería. Demasiada cercanía en el Fonca. Tuvimos la suerte de obtener la beca este año. Es una injusticia que sea la primera vez que la tiene, muchacho tan talentoso. ¡Nada, qué! ¡Calmada, Diana! Aún no acaba el semestre. Está bien, me conformo con ser su textoservidora.

Pics


catarina violette


cortina tapizada


sobreexpuesta


sombrerera loca