3.12.10

This mountain collapsed and became a bridge


Aún así, llegaría retrasada a la cita. Digité en el celular las letras del perdón una media hora antes de las ocho y él sólo contestó: Ok, nos vemos ahí. La entrevista con el artista que literalmente montó una maquiladora en el Ex Teresa, bien. Estaba un poco ronco. Quería enseñarme la intervención realizada al espacio, pero me disculpé con la excusa de que debía cubrir algo de última hora. Ya sería el miércoles. El metro abrumado de voces, avanzaba lento y caluroso por unos rieles hinchados de tanto soportar. Imaginé mi corazón: inflamado de herida expuesta. Por qué cada vez que te largas, me arrancas, me descarnas, no, ya no hay más, sonaba La Cuca, mezclándose con el tufillo alcohólico del hombre que estaba frente a mí, feliz. Tiré al piso, sin querer, la envoltura del chicle sabor toronja. Ensalivé mis labios y recordé que traía el lapiz maple en el bolso, también un pequeño espejo. ¿Y si me pinto la boca? Nunca me ha gustado hacerlo a la vista de la gente. Menos en el transporte público, me parece un gesto vulgar. Guardo para la intimidad el momento del arreglo personal, muy poco por cierto, si se considera que sólo rimeleo las pestañas y pongo gloss en los labios. Si acaso, unos miligramos de polvo para aminorar el brillo impredecible de la zona T. Estacíón Parque Hundido. La calle era Manzanas. Soy alérgica a la cáscara de este sonoro fruto, su color enciende la piel de mis labios. A la oscuridad de la calle, seguí el contorno de mi boca con el bilé. Sentado en la barra del pub irlandés, bebía whisky y cerveza. "La cerveza sí la puedes mezclar. No pasa nada. Al contrario, te mantiene equilibrado", contestó, con su cabello lacio castaño. Lo noté igual que la última vez. Más guapo, quizá. Aquel día, nos encontramos casualmente en una estación de metrobús. Él iba hacia una reunión con los de Padre Cerdo; yo al teatro, a ver una de Miller. ¿Cómo estás?, preguntó. Un cisne blanco flotaba en las aguas verdes de un estanque holandés. Lástima que fuera sólo una pintura, porque sus alas al batir, habrían espolvoreado la atmósfera que nos refugiaba esa noche, a él y a mí, de fragancia toronja. "Bien", "Ahora, mejor", "Me da gusto verte", respondí. Lo primero que hicimos fue descubrir al intermediaro que nos enemistó un tiempo: un ex novio, amigo suyo. Y a la hora del provolone a la uva, una banda de covers comenzó con los éxitos de siempre: Pearl Jam, Beatles, The Doors. Cuando tocó el turno a "Sweet child of mine", de Gun's and Roses, comencé a cantar y él bailó la tonada desde su silla. Reímos. La sonrisota me delataba. Comimos queso y uvas. El bar quedó en sutil silencio y la charla nos llevó a la conclusión de que somos codependientes. Él me preguntó mucho; parecía interesado. "Me relaciono con hombres a los que siento desprotegidos, y termino adoptando roles que no me gustan", dije. "A mí me pasa con mi hermano, parezco su papá", dijo. Después de confiar nuestras debilidades, me sugirió que asistiera a un grupo de ayuda, al que él comenzaría a ir la próxima semana. Relaciones Constructivas A.C. Al principio me sonó descabellado, pero al poco rato, acepté. "Nos vamos a curar", dijo. Luego quise fumar, pero ninguno de los dos traíamos cigarros. Él se ofreció a salir en búsqueda de un Oxxo. En tanto, yo esperé en la mesa, sorprendida. Este hombre en realidad era todo un caballero. No tuvo éxito, la tiendita más cercana estaba cerrada. Acordamos en ir al estreno de la peli nueva de David Fincher. A la hora de la cuenta, impidió que pagara lo mío. Se resistió de más. Arguyó que se sentía feliz de que estuvieramos ahí, y cuando quizo explicar el porqué, se le atiborraron las palabras en la boca; no pudo articular nada. Insistí con el pretexto de que necesitaba cambio para pagar el taxi de regreso a casa. Pero no sirvió de nada; dijo que uno de sitio siempre tenía morralla. Marcó desde su celular a un servicio que me recogiera a la entrada del bar y cuando llegó nos subimos los dos en dirección hacia Plateros. De vuelta a Portales, el taxista tarareaba esta canción: "Somos iguales tú y yo, nos queremos pero no sabemos".

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