14.12.09

No se me ocurrió un título

En calzones Juan se corta las uñas de los pies con una navaja. Los demás hombres de la celda le dan la espalda con la mirada hacia el pasillo. Juan les ha prohibido que lo vean. Sus reglas: no roncar, trapear el piso cada tercer día, masturbarse en silencio y no mirarlo cuando se corta las uñas de los pies. A todo volumen suena la Media naranja de Fey.

           -¿Les dije por qué me dicen el "Vendepatrias"? , irrumpe Juan, tocándose el dedo gordo.

Sin voltear a verlo, el reo risueño lo anima a hablar con la mano. Juan es el único que no ha reportado sus méritos para ocupar un lugar en la celda. Todos quieren oírlo. Para los presos de alta peligrosidad, el paso por la cárcel es un requisito más en su trayectoria criminal.

           -Vendí a mi madre y a mi cuñada con unos vatos calientes que las querían para cogerlas vestidas de policía y luego ahogarlas en la taza del baño. Después la hice de asistente de otros vatos más canijos. Yo sólo tenía que ir a las fiestas a conocer morras y levantarlas. Conocí a la Susana en una de esas y bailamos un resto toda la noche. La condenada olía a coctel de frutas. Su familia era de lana, así que si se me ponía rejega nomás pedía su rescate y tan tan. Que me la llevo a mi casa y hasta eso que la Susana ni me reclamó. Al mes nos casamos. Pero un buen día se nos apareció Pedro, no güeyes, el santo ese no, sino su abuelo. Un méndigo ex agente de la PGR que me vino a meter aquí nomás por no avisarle de la boda.

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