27.3.11

Myself

¿Qué máscara nos ponemos cuando estamos en soledad, cuando creemos que nadie nos observa, nos controla, nos escucha, nos exige, nos suplica, nos intima, nos ataca?
Ernesto Sábato. Sobre héroes y tumbas


Querías ir a un concierto de tu banda preferida. Lo olvidaste y nadie te lo recordó. Estás sola. Tienes 336 amigos en Facebook, pero en tu muro sólo escriben las carteleras del próximo brindis sin remitente. Estás sola. Te ausentaste dos días del trabajo y cuando volviste el único que recordó tu falta fue recursos humanos para descontártela del sueldo. Estás sola. Miras tu historial de llamadas en el teléfono y la lista cuenta 46 realizadas, 7 recibidas. Estás sola. Invitaste a salir a un amigo y minutos antes de verse te canceló con la excusa de que cenaría en casa de sus padres. Estás sola. Desde hace un lustro, las llamadas que recibes en tu casa provienen del banco, el seguro del coche, la encuesta política reciente, una estafa, los nuevos predicadores de Jehová. Estás sola. Siempre encuentras lugar en el cine, en la butaca intermedia entre una pareja de novios y un grupo de amigos que hacen todo juntos. Estás sola. Compraste algunos regalos durante tu último viaje y todavía están apilados sobre el tocador, cubriéndose de polvo. Estás sola. No puedes pedir al mesero una pizza porque el tamaño es por lo menos para alimentar a dos o tres, cuatro, cinco, seis. Estás sola. Dormiste un domingo hasta las dos de la tarde entre el más laborioso de los silencios, tan sólo cuchicheaban las aves. Estás sola. Caíste una mañana de las escaleras y por fin alguien te sacó en brazos porque un compañero de trabajo llamó y, tras pedir el teléfono de algun cliente, te preguntó si necesitabas ayuda. Estás sola. Haces el amor con el guardia de seguridad de una empresa cuando tienes la suerte de que no está con su esposa. Estás sola. Cantas por las noches mientras tocas la jarana y el único ser que te escucha, el vecino, golpea las paredes para que te calles. Estás sola. Dejaste a todos en su casa tras la fiesta y ninguno preguntó cómo habías llegado a la tuya. Estás sola. Tus padres te preguntan cada vez que los visitas qué carrera estudiaste. Eres más popular entre la gente que no te conoce, pero alguna vez ha leído lo que escribes, que con aquella con la que convives a diario. Estás sola. Dicen que cuando compartes tus emociones con alguien son más duraderas, de otro modo, se olvidan, caen en desuso en el cuarto sucio de trebejos del corazón. Y todo se llena de blanco, hasta que un nuevo sentimiento vuelve y lo habita. Citaste de memoria al cruzar la calle: "siempre es terrible ver a un hombre que se cree absoluta y seguramente solo, pues hay en él algo trágico, quizá hasta de sagrado, y a la vez horrendo y vergonzoso...Y tal vez nadie perdone el ser sorprendido en esa última y esencial desnudez de su rostro porque muestra el alma sin defensa". Te tienes.

2 comentarios:

Suárez dijo...

Yo quiero celebrar tu regreso con una copa llena de mar. Ya préstame ese libro, ¿no?
Un abrazo desde Marruecos, yo también volví.

Saludos de postal.

Diana Gutiérrez dijo...

¿Estás en Marruecos, canijillo? Qué bien, me da muchísimo gusto, oye pero ¿y MACO? Supongo que ya estarás por acá en esos días. El libro, nomás deja lo termino y te lo paso.
Mejor manda una postal, anda.

Más saludísimos hasta allatotote.