27.10.09

Es...

El mexicano no dice nada, se calla, suda. Los mexicanos ricos patinan. Los choferes mexicanos conducen un auto sin mirar al frente. El mexicano come pasteles de sugus. Los mexicanos ricos se irritan porque no les ceden el paso; insultan. Los feligreses mexicanos hacen peregrinaciones en avenidas transitadas. El mexicano viaja con 15 personas en un mismo coche, incluyendo a la abuela, el nieto y el recién nacido. Los mexicanos pobres hacen el amor frente al Sagrado Corazón de Jesús, en la misma habitación de los hijos. El asesino mexicano mata y pide perdón en la iglesia. El mexicano lleva a sus hijos con putas para hacerlos “hombrecitos”. Los mexicanos ricos conducen su auto por encima de los camellones y se orinan en la cajuela. El mexicano se acuesta con sus choferes y con sus patrones. Los niños mexicanos andan por las azoteas en bicicleta. El mexicano tiene barriga y las piernas flacas. Los mexicanos pobres se masturban mientras ven el futbol en la televisión. El estudiante mexicano va a la UNAM. El mexicano secuestra a los hijos de sus amigos. Entre los mexicanos ricos no hay límite de edad para los excesos. Los policías mexicanos tienen voz de barítono y trabajan en bermudas. El mexicano se apellida Pérez. Los mexicanos pobres se van de rodillas a la Basílica de Guadalupe y se orinan de miedo. Entre los mexicanos siempre hay un amado y un amante.
La segunda película del cineasta mexicano Carlos Reygadas, Batalla en el cielo, es una cinta sobre el mexicano que se ve a diario en las calles, gordo y flaco de piel morena o blanca que goza, sufre y tiene sexo. Ese México de los secuestros, de la violencia, de las chicas ricas que se prostituyen por diversión, de seres introvertidos que deambulan en las peregrinaciones a la Villa.
Pero también es una historia de amor imposible: Marcos, portero del Palacio Nacional y chofer de una familia adinerada, es perseguido por la culpa de haber secuestrado a un niño que muere accidentalmente. Ana, hija de su patrón, se prostituye por placer. Ambos guardan un secreto que habrán de confesarse sólo ellos. Como consuelo sostienen encuentros sexuales esporádicos; él se enamora y ella sólo siente lástima.
También es una película sobre el hombre y su contradicción.


2 comentarios:

Adunar Godínez dijo...

Estimada señorita Diana: me quito la gorra ante ante el ritmazo de su texto (es como escuchar un rosario o letanía, muy afín también a la película de este caballero Rey-ganas) y la fermosura de sus imágenes. Reciba de un servidor un ósculo en su manecilla izquierda y este pequeño obsequio virtual.

Diana Gutiérrez dijo...

Adunar Godínez:
No sabe la alegría que me arrebola el leer sus finas palabras para esta escribidora. El gusto se torna exacerbado cuando me encuentro con que su tímido beso está dedicado a la mano con la que cada noche le escribo una misiva. He llenado ya un cofrecito de tantas hojas. Y la flor, es bellísima. No sabría cómo demostrarle mi querer, mientras lo pienso, le dejo estas palabras, henchidas de sed de sus labios.