18.10.09

El autocinema

Sentí tu mano tibia en la cintura; atravesamos la calle. Lo recuerdo y, si me lo pienso bien, no puedo decir que me hayas abrazado aquella noche, porque, en realidad, sólo hiciste una suerte de valla con el brazo para protegerme y después posaste la mano en mi piel fría, como si quisieras motivar un equilibrio térmico. Te conté que en mi taller de cartas de amor, el profesor nos había hablado de las “islas de piel”. Fragmentos de epidermis que se cubren y, de pronto, se descubren, motivando el deseo en el explorador. Abordamos el coche. De la chamarra, sacaste el disco de los Squirrel Nut Zippers y lo pusiste. “Te va a encantar”, prometiste en nuestra cita anterior. Lo dudé. Cómo era posible que te atrevieras a decir con tanta seguridad que algo me gustaría si era la primera vez que salíamos. Me sorprendiste. Los Squirrel Nut Zippers son la onda. Y sí, son como de mi estilo. Je. Justo ahora que escribo esto escucho “Hell”, una mezcla de Emir Kusturica, Goran Bregovic y hasta los Tiger Llillies. ¡Yeiy! Llovía, llovía, llovía. El tránsito por Insurgentes era pausado. FLASHBACK: ÉL: “Paso por ti al periódico” ELLA: “No sé a qué hora saldré, mejor yo paso a tu casa” ÉL: “Pero, ¿no estarás cansada? Dijiste que te estresa manejar” ELLA: “Tú manejaste la última vez, me toca a mí” ÉL: “Va, pues”. Contigo me di cuenta de que me gustan los hombres que me ponen nerviosa. Hombres por los que siento cierta admiración. Hombres que sienten por mí cierta admiración. Ya no soporto a los hombres con complejos de inferioridad. EXT/INT /COCHE GRIS/ NOCHE. Me gustas, mucho. Cantamos a todo volumen con las ventanillas abajo. Hueles rico. El autocinema está atestado. Quizá no haya boletos. Unos 20 coches esperamos en la fila. Entonces dices el halago más original que he oído: “Eres una mujer con arcos de tensión incluidos”. Al fin, dramaturgo. No te vayas a Alemania, pienso. Me lo callo. Aunque todavía falta un año, cada día es un día menos juntos. Por fin entramos al estacionamiento de CCU. Han colocado una pantalla de diez por siete. Quedamos en la penúltima fila, pero quedamos. Unos chicos venden palomitas. No serán suficientes. Hay 170 y tantos autos en este lugar. Sintonizamos el 107.7. Juan Carlos Rulfo agradece que el estreno de su peli Los que se quedan se haga este viernes al aire libre. El sonido se escucha perfecto. A ratos nos miramos, cuando algo te parece gracioso, o a mí, cuando algo me conmueve, o a ti, cuando algo nos choca. La temperatura desciende y te abro la cajuela para que saques la cobija que trajiste para ambos. Es grande, parece cobertor. Pepsi, palomitas y lunetas. La Canción de las simples cosas, en voz de Chavela Vargas, anuncia el final de la cinta. Lloro. Sólo había escuchado esa rola con Mercedes Sosa, pero con la Vargas se oye re bien. Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas. Por eso, muchacho, no partas ahora, soñando el regreso. Que el amor es simple y a las cosas simples las devora el tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay veces que quisiera sumirme en una esfera de silencio, para no escuchar el candor de tus palabras pasar a mi lado, como flechas falibles, hacia otro blanco, hacia otro corazón. Mucha suerte.

EuNi dijo...

Eso fue hermoso, con tu narrativa y con lo contado, hiciste latir de nuevo mi corazón, ni el escritor loco logró aquello. un abrazo