14.9.09

Itinerario funk

No suelo hacer bitácoras públicas porque a nadie le interesan, pero esta vez no puedo resistirme, y es que los últimos fines de semana de mi existencia han estado DIVINOS, je, sí, divinos. Bueno, no las 24 horas, pero casi, así que me limitaré a registrar lo mejorcito, lo demás con unas elipsis lo resuelvo, je.

Viernes, 11 de septiembre
10:45 – 11:30 En un cuarto diminuto de sillas y mesas fosforescentes, dos autoridades del FONCA nos explican —a otros dos becarios y a mí— que nuestro tutor será Alberto Chimal; que los encuentros de jóvenes creadores —serán tres— se pondrán cada vez más intensosos conforme nos vayamos acercando al final; que el fondo editorial de Tierra Adentro publicará nuestros mejores cuentos en una antología, que el monto de la beca es mayor al de otras ediciones; que los becarios de este periodo están bien guapos —ejem, bueno, eso lo digo a título personal.

11:35 - 14:18 Conozco a Blanca, una fotógrafa mexicana de la migración, con quien, presumo, podré hacer una amistad chidix. Ella también está becada este año. Vamos a tomar un café al MUMEDI, pero terminamos ordenando un jugo de manzana natural, de extractor, de nuestra infancia. Reímos. Ella vive en Alemania, lleva un mes en México porque vino a casarse con su chico, alemán él. Una anciana, desde afuera, nos pide dinero, le decimos que no, nos mienta la madre. Reímos. Nos contamos nuestros respectivos proyectos, nos gustan. Volvemos a reír. Intercambiamos teléfonos y correos electrónicos.

22:12 – 02:00 Pía y yo asistimos a la fiesta de despedida del músico y compositor César Joyner. El jueves parte a Francia. Durante un año dará clases de español y cultura mexicana en alguna universidad de Rennes. Bebemos un mezcal delicioso, sabe a anís. Ella está en un dilema existencial; yo también. Imaginamos que podríamos ser rommies. Rentaríamos un departamento de unos 8 mil pesos; pagaríamos la mitad. A los pocos minutos ya estamos peleando. Manejo el Chevy hasta su casa, donde no nos dirigimos una sola palabra, sólo la despedida. Olvida su celular en casa del huastequero. Olvido mi estuche de lentes en su coche.

Sábado, 12 de septiembre
15:00 – 17:59 Camino entre las pilas de libros de El Sótano y, a mi paso, el de Tryno Maldonado, Temporada de caza para el león negro cae al suelo, deteniendo mi andar. Estaba mal colocado, pienso. Lo levanto y descubro que no tiene cubierta de plástico. Veo que sus capítulos son viñetas de no más de 40 líneas. Inicio la lectura de la novela. Acabo de leer la novela. Nunca había leído un libro completo en una parada (porque ni siquiera me senté). Me identifico con Golo, el protagonista. Por los Converse viejos, por su gozoso gusto por el sexo, por sus ideas de morir joven, por importarle poco lo que diga la gente, por su inmadurez. En la misma mesa de Anagrama, reluce Los detectives salvajes, versión pocket. Lo tomo y le hago una consulta para saber qué mensaje me tiene. Bibliomancia. Pregunto. Al azar, una página; al azar, un renglón. “Como es natural…” La respuesta me alienta. Por fin, llego al montón de Siruela. El objetivo: Cuentos reunidos, de Clarice Lispector. $570. Carísimo. Ni hablar, extingo los últimos pesos de mi débito.

20:00 – 02:11 Abordo el coche de Alenkar, amigo de la universidad a quien no veo hace años. Quedamos en ir a la Cineteca a ver “El hombre mosca”, de Harold Lloyd, musicalizada en vivo por Monocordio. Llegamos y la fila de coches para el estacionamiento llega, casi, hasta Eje 8. Avanzamos con lentitud y le propongo bajarme a la taquilla: “No sea que ya ni haya boletos”. En efecto, los boletos volaron, y la fila de gente para entrar a la sala ocupa el espacio libre del lugar. “No, ni te metas, ya no hay boletos”, le llamo. “Pues me meto y vemos otra”, me dice. Miro los horarios y a punto de pedir tickets para una peli nórdica, un muchacho pregunta en voz alta si alguien está buscando boletos para Lloyd. Volteo y grito que yo. “Tengo dos”, dice. “Perfecto”, digo. Nos toca hasta arriba de la sala. No importa, se ve bien y se escucha mejor. Fernando Rivera Calderón toca el teclado y el resto de los músicos hacen lo suyo también. Acordes de la época de los veintes se mezclan con la música de Spiderman, Superman, AC/DC y el mismo Monocordio. Maravilloso. Nos haremos asiduos a estas funciones, prometemos Alenkar y yo.

Domingo, 13 de septiembre
11:23 – 13:43 Comienzo la lectura de los cuentos de Lispector. Lloro con “La imitación de la rosa” y “Preciosidad”.

16:02 – 23:54 Me encuentro con Víctor en la esquina de Presidentes y Eje Central. Nos abrazamos. Caminamos hasta el Waldo´s de División del Norte. Compra unas galletas rellenas de higo que le recuerdan a su papá. Compro tres latas de refresco gringo sabor uva blanca. Todo por $12. Reiniciamos la marcha hacia Coyoacán. No ha llovido; incluso hay pizcas de sol. Se toma un moka deslactosado. Me tomo un chocolate. Nos sentamos en una banquita del parque y él hace un trueque con un vendedor de chicles: canjea mis dos latas de refresco (no me gustaron) por una caja de Trident de hierbabuena. Platicamos sobre su infancia y la muerte de su padre. Le digo que me gusta que me cuente historias. Caminamos al metro Coyoacán y de ahí a Etiopia; llegamos a su departamento en la Narvarte. Su casa tiene paredes rojas, amarillas, blancas. Buscamos en el DRAE, el significado de “sincretismo” y “lerdo”. A él le gusta lo sincrético, yo soy una lerda. Elegimos ver Leon. The professional, una peli francesa de Luc Besson. Actúa Natalie Portman en su primer papel cinematográfico, o sea chavita, Jean Reno, cuando era más joven y Gary Oldman. Mucha tensión, mucho amor, muchos balazos. Me encanta.

4 comentarios:

Victor Léycegui dijo...

Este es el punto donde yo hago un comentario en tu Blog sobre lo que no tiene que ser comentado. ¿Entiendes porqué no comento? Besos imprudentes.

A. dijo...

hola Diana, gracias por visitar mi blog y disfruta mucho la beca del FONCA, es muy divertida y liosa también, pero teniendo a Alberto de tutor, seguro que la pasarás excelente.

Diana Gutiérrez dijo...

Víctor, sigo sin entender por qué, pero veo que ya diste un primer paso y eso es genial. Para ti, más besos inesperados.

A., me gusta especialmente el blog en el que reseñas libros, es fresco e iluminador. Gracias por los buenos deseos, je. Qué mejor que un becario me los de. Saludos pues.

EuNi dijo...

Pues muchos fines, que no finales, como esos. Es curioso como puede suceder que durante casi un mes no tengas más compromiso que llegar a armar un rompecabezas, pero luego sucede que, de uno tras otro, todos los de fines de semana tengas algo mucho más interesante, divertido y apasionado que hacer jejeje. Sabe que la admiro, felicidades por la beca. La euniceda